Reportaje

Incertidumbre

En marzo de 2020 cambió la vida de todos. Una pandemia mundial de COVID-19 comenzó a colapsar de contagios y muertes un país que se veía obligado a decretar el estado de alarma y promover un confinamiento domiciliario que nos marcaría económica, social, sanitaria y anímicamente. El futuro se convirtió rápidamente en algo totalmente impreciso marcado por una lucha que había que ir diseñando día a día. Los meses siguientes se desarrollaron sobre un terreno inestable donde permanecer aislados en nuestras casas era la única lucha posible al alcance de todos. Encerrados, incapaces de pintar un futuro con certeza, todos y cada uno de nosotros nos vimos obligados a vivir con unas dosis de incertidumbre que hasta entonces nunca habíamos experimentado. La mayoría de la población tuvo que quedarse recluida y dejar que los engranajes sobre los que habíamos construido la sociedad se pusieran a trabajar a toda máquina. Las profesiones esenciales tuvieron que sacar músculo para distribuir lo básico a todo un país. Los sanitarios hicieron lo imposible por salvar vidas y el Estado tuvo que sacar todas las herramientas posibles para paliar una crisis sanitaria y económica que parece no tener fin. De forma transversal y heterogénea, este reportaje hace un recorrido por distintos escenarios de la provincia de Cádiz cuyo nexo común es la lucha desarrollada para combatir la pandemia y el sentimiento de incertidumbre que inunda nuestras vidas desde el pasado mes de marzo de 2020.

Carpa instalada a la entrada del Hospital Universitario Puerta del Mar para los ingresos de urgencias con síntomas de COVID-19. Desde el comienzo del estado de alarma en marzo de 2020, este hospital ha sido el encargado de atender a los pacientes COVID de toda la Bahía de Cádiz.

Operarios del Ayuntamiento del Ayuntamiento de Cádiz preparándose para comenzar con las labores de desinfección de las fachadas de los comercios locales. Durante el confinamiento muchos ayuntamientos emprendieron acciones de limpieza y desinfecciones de aquellos espacios que seguían recibiendo afluencia de público.

Una señora es atendida por empleadas del servicio «ayuda a domicilio» que muchos ayuntamientos implementaron durante el confinamiento en los meses posteriores al decreto de estado de alarma. En muchas localidades, personas mayores especialmente vulnerables y en condición de dependencia necesitaban especial ayuda por parte de los servicios sociales.

Una monja del comedor social María Arteaga da instrucciones durante una descarga de alimentos procedente de los servicios sociales del Ayuntamiento de Cádiz. Estos comedores se vieron saturados durante la pandemia ya que daban servicio no solo a sus usuarios habituales sino también a muchas personas que al estar confinadas no podían generar ingresos para su subsistencia.

Moussa, un senegalés de 60 años que vive junto a sus seis hijos en un pequeño piso en Jerez de la Frontera, Cádiz. Inmigrante, sin trabajo, dependiente de las ayudas sociales y sin poder traer a su esposa desde Senegal, afronta durante el confinamiento una situación de pobreza extrema. En marzo de 2020 se decretó en España el estado de alarma nacional. Comenzó entonces un confinamiento que asoló las calles de todo el país durante los siguientes tres meses y acrecentó la situación de pobreza de aquellas personas que se ganaban la vida día a día en la calle.

Un operario del Ayuntamiento de Puerto Serrano descarga sacos de patatas donados por un empresario de la zona, dadas las necesidades requeridas por los bancos de alimentos de la zona. Desde que se decretó el estado de alarma en marzo de 2020, muchas personas en el entorno rural necesitaron de la ayuda de bancos de alimento ya que no podían salir a trabajar y ganar así su jornal diario.

La leona Elsa nos observa al otro lado del cristal de su jaula en el zoo de rescate de Castellar de la Frontera. Estos espacios, financiados en su totalidad con las visitas de turistas, se han visto en una situación crítica durante el confinamiento. Al tratarse de animales, son espacios que no se pueden cerrar y requieren del cuidado y la alimentación diaria.

En los primeros meses de confinamiento, muchas localidades emprendieron acciones de todo tipo para desinfectar espacios públicos y, en ocasiones, incluso se instalaron arcos que rociaban de agua y lejía a aquellos vehículos que accedían a la población.

La pandemia por COVID-19 provocó que se decretase el estado de alarma en marzo de 2020. Durante los meses siguientes, la Armada española se ha desplegado en numerosas ocasiones por las pequeñas localidades de la sierra de Cádiz para realizar labores de desinfección. En la imagen, miembros de la sección NBQ del grupo de movilidad anfibia de la Armada desarrollan su trabajo en un centro de salud de Ubrique, Cádiz.

Trabajadoras de una cooperativa agrícola trabajan separadas por paneles, con pantallas protectoras y mascarillas, manteniendo así los estrictos protocolos de seguridad e higiene. El sector agrario ha sido de los pocos sectores que durante la pandemia se ha visto obligado a duplicar los esfuerzos para que las cadenas alimenticias no vieran mermada su oferta ante la creciente demanda.

Una operaria del Ayuntamiento de Espera organiza el cargamento de patatas recién donado por un agricultor local. Todo este alimento será repartido a las familias más desfavorecidas de la localidad bajo el escrupuloso análisis de los técnicos de servicios sociales.

Vecinos de Puerto de Santa María recogen alimento de los servicios sociales bajo una lluvia intensa. Cádiz es una provincia con unas cifras de paro muy altas donde la economía de subsistencia diaria marca el día a día de muchas personas. El confinamiento domiciliario que se decretó en marzo de 2020 paralizó por completo la economía de muchas familias de la zona.

Un vecino de Puerto Serrano aplaude durante la noche que el pueblo decidió salir a las azoteas para rendir homenaje a las víctimas de COVID-19 en un acto simbólico donde iluminaron con linternas el cielo. Durante varios meses, Puerto Serrano fue la única localidad de la provincia de Cádiz que no registró ningún caso por coronavirus.

Vista de las azoteas de la localidad de Puerto Serrano durante la noche que el pueblo decidió rendir homenaje a las víctimas de COVID-19 en un acto simbólico donde iluminaron con linternas el cielo. Durante varios meses, Puerto Serrano fue la única localidad de la provincia de Cádiz que no registró ningún caso por coronavirus.

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