Es Semana Santa y las calles de Cariñena, como las de gran parte de los pueblos y ciudades de nuestro país, deberían estar llenas de procesiones, fieles y turistas. Pero este año las calles están vacías. A las diez de la noche, mientras los vecinos permanecen confinados en sus casas, solo un pequeño grupo de agricultores se prepara para recorrer el pueblo con sus tractores y desinfectarlo con hipoclorito sódico. Una muestra más de la importancia de la solidaridad y del trabajo colaborativo en estos tiempos.