Los aplausos de homenaje a los servicios sanitarios, todos los días las ocho de la tarde, descubrieron a muchos ciudadanos de Ciudad Real que el vecino de al lado, o del edificio de enfrente, era un auténtico artista. Algunos cantando y otros tocando la trompeta, como en la foto, amenizaban a la caída de la noche las interminables horas que empezaba a pesar tras prácticamente un mes de confinamiento forzoso.