Durante muchas semanas, tal vez demasiadas, nos hemos visto todos obligados a luchar para mantener los buenos hábitos, aunque ahora en espacios muy reducidos. Algunos privilegiados han podido usar terrazas o azoteas, otros han tenido que reinventarse. Al final el ser humano tiene una capacidad de adaptación escondida en algún sitio, y esta pandemia sin duda ha hecho que agudicemos el ingenio y la saquemos a relucir. Y claro, al final, con frecuencia, también nos las ingeniamos para apreciar las buenas vistas.