La pandemia ha mostrado la cara más vulnerable de la especie humana y ha hecho evidentes las desigualdades de género, clase, oportunidades y también territorio.
Vivir en una zona rural en plena pandemia ha aportado cosas positivas y negativas. Por un lado, poder tener bosques en los que pasear, abrir las ventanas sin oír ruido de los coches y poder disponer de más metros cuadrados, permite que la vida sea más fácil. Por su parte, los recursos son más limitados, la movilidad menos accesible y las distancias más largas.
Para entender su realidad, esta fotografia abre las puertas del hospital de Campdevànol, en la comarca del Ripollès. Tiene cerca de veintiséis mil habitantes, aproximadamente los mismos que el barrio de Sarrià de Barcelona, pero una extensión 48 veces mayor. Durante la primavera de 2020 fue el epicentro de la emergencia sanitaria ocupando hasta 36 camas con pacientes de Covid.