Barcelona, Cerdanyola del Vallès
21 Octubre 2020

Maria, 37 años. Greta nació el 25 de marzo. Se puso de parto en la semana 29 y tuvo que hacer mucho reposo. Aguantó hasta la 37. Le hicieron una cesarea programada porque venía de nalgas. Llevó mascarilla y guantes, eran las primeras semanas del confinamiento y los protocolos variaban cada día. No le hicieron PCR. Le dieron el alta a las 24 horas, no podía ni caminar, lloró mucho. Se lo recomendaron porque era el pico más alto de contagios. Su posparto fue muy doloroso. Se trasladó a casa de sus padres.
Esta fotografía es mi autorretrato: Claudia, 38 años. El 5 de diciembre nació Flora. Rompí aguas de madrugada. Al llegar al hospital, con contracciones muy dolorosas, me dejaron cuatro horas en un box de urgencias esperando los resultados de la prueba de la COVID-19 sin poder casi ni moverme ni prestando atención alguna a mis peticiones. Una vez obtenido el resultado, negativo, accedieron a ponerme la epidural. Pocos minutos después Flora entró en braquicardia y me llevaron al quirófano para realizarme una cesárea de urgencia sin haber hecho todavía efecto la anestesia. Sentí poca humanidad hasta tener el negativo.
Jorgina, 37 años. Elio nació el 6 de abril. No tenía información sobre el parto porque se cancelaron los cursos preparto. Ella llamaba al hospital todos los días para saber los protocolos y todos los días eran diferentes. Le obsesionaba tener que parir sola. El mismo día del parto llamó por la mañana y le dijero que si paría ese día su pareja no podría acompañarla y en ese momento rompió aguas. Estaba muy asustada, no había salido de casa desde el 16 de marzo. Sufría por si no se respetaba su plan de parto. En la sala de partos empezaron las restricciones. No le dejaron usar la bañera por protocolo COVID ni el óxido nitroso para aliviar el dolor. No querían ponerle la walking epidural pero al final accedieron. El parto fue muy largo y fue muy agobiante la mascarilla. En el expulsivo se negó a hacerlo con mascarilla y se lo respetaron.
Miriam, 35 años. Nora nació el 15 de agosto. Su marido es enfermero y trabajaba con pacientes con COVID-19. Decidieron vivir separados durante parte del embarazo. Miriam se fue a casa de sus padres seis semanas con Olivia, su hija de 2 años. Se obsesionó bastante y no disfrutó del embarazo, le costó mucho crear vínculo con la bebé por miedo. Miriam es pediatra y pudo cojer la baja enseguida. Se siente que le han robado su embarazo. Durante el trabajo de parto sentía que le faltaba el aire. Fue un parto natural sin anestesia. En el último momento empezó a vomitar y se pudo quitar la mascarilla durante el expulsivo.
Nona, 35 años. El 13 de mayo dió a luz a Laia y Clara. Sus hijas estubieron diecisiete días ingresadas en neonatos. A causa de la COVID solo podían ir a visitarlas unas horas al día y siempre con mascarilla. Nona dice que se bajaba la mascarilla a escondidas para darles un beso a sus hijas. Es lo que más le afectó. El día del parto fue todo muy rápido y dice que no le molestó tanto como se imaginaba llevar la mascarilla.
Montse, 37 años. Maiol nació el 24 de mayo. A raíz del confinamiento fue a todas las pruebas sola. A su hijo le diagnosticaron la falta de la vesícula en una de las primeras ecografías. Fue duro ir sola a las visitas con esta anomalía. Rompió aguas en la semana 31. Estubo ingresada diez días antes de que le hicieran una cesarea de urgencia. Maiol estubo ingresado veinte días en neonatos. Por suerte podían entrar los dos juntos a visitarlo. Para ella fue muy desnaturalizado no poder besar a su hijo mientras estaba ingresado, no se podía sacar la mascarilla. Hay mucha familia y amigos que todavía no lo han conocido.
Mireia, 37 años. Vera nació el 29 de agosto. Le diagnosticaron placenta previa que finalmente se corrigió y gracias a esto le hicieron mucho seguimiento a pesar de la COVID. Se ha sentido sola y asustada. Hicieron un confinamiento muy, muy estricto su pareja y ella por miedo. Estuvo sesenta días sin salir de casa. Necesitaba moverse y lo hacía en la azotea, una hora todos los días. Tiene la sensación de que la sanidad pública no se ha adaptado a la situación. No recibió preparación al parto, después de insistir mucho consiguió un curso online que resultó un desastre. Para conseguir cualquier cosa ha tenido que lucharlo mucho. Mireia es periodista y escribió un artículo sobre el tema y la Generalitat lo negó todo. Solo su madre ha venido a casa a ver a la niña, han sido muy estrictos. Esto ha hecho que se sienta muy sola también en el posparto, un momento muy vulnerable para cualquier mujer.
Alicia, 35 años. El 10 de mayo nació Olivia. Era un embarazo de riesgo por perdida gestacional previa a las 32 semanas. Anularon todas sus visitas de control a causa de la COVID y la mayoría las hicieron telefónicamente. Se sintieron desamparados y pasaron mucha angustia. El día del parto fue todo muy bien. Alicia se quitó la mascarilla para vomitar y ya no se la puso más, fue un parto muy rápido.
Elisenda, 35 años. Guim nació el 2 de junio. Confinarse le permitió descansar en el final del embarazo, pero tenía bastante angustia. Las clases preparto se anularon y tuvo que buscar opciones por su cuenta. Le anularon muchas visitas a causa de la pandemia. En uno de los controles tuvo un susto y estar sola le afectó mucho. Su parto duró unas treinta horas y terminó en cesárea, su pareja no pudo estar presente durante la cesárea. Tuvo problemas con la lactancia y solo encontró atención online.
Elisenda, 38 años. Laia nació el 27 de julio. Se confinaron tres meses en los pirineos e hicieron muy pocas visitas y ecografías. Su hermana es ginecóloga y estaba tranquila con la información que le daba. Fue un parto muy rápido. Es su segunda hija. Agradeció que no hubiera visitas en el hospital. Tiene claro que si hubiese sido su primera hija lo hubiese pasado mal.