Claudia, 32 años, italiana, vive con su novio Mohamed, 33 años, marroquí, en una fábrica abandonada en el barrio de Sants Barcelona. Antes de la crisis del coronavirus, vivían en una casa ocupada muy cerca de la fábrica. Fueron víctimas de un desalojo que los tomó desprevenidos. Ella es tatuadora profesional y asegura que detrás de la pared de la casa donde vivían, quedó material de trabajo por unos 5.000 euros, que espera recuperar algún día. La fábrica la encontró medio abandonada pero en un estado deplorable de higiene. Han montado un pequeño espacio para ellos y los tres perros con los que viven. Esta es una evidencia de la emergencia social detrás de la crisis de salud que estamos experimentando en Barcelona, España.