Barcelona, Barcelona
07 Mayo 2020
La patria de los sintecho
La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 incluye el derecho universal a una vivienda, digna y adecuada… para vivir con seguridad, paz y dignidad. El derecho a una vivienda puede que no garantice tener las necesidades básicas cubiertas, pero es la base para tenerlas. Sin un techo no hay protección, ni seguridad, ni siquiera derecho a la intimidad, ni una garantía de higiene personal y alimentación, ni calor, ni salud física o mental… Por eso es importante recordar en actos como este que la calle mata, y rendir honor y hasta pedir perdón a todas esas personas que han fallecido ante la indiferencia de muchos y la impotencia de algunos. El proyecto presenta una serie de imágenes que muestran la situación límite de las personas que viven en la calle en la ciudad de Barcelona, muchas de las cuales han visto complicadas su ya de por sí difícil situación, agravada con el cierre de comercios y entidades. La ciudad de Barcelona puso a disposición de los sin techo uno de los pabellones de la Fira de Barcelona, pero la complejidad de un espacio con tanta gente justa y otros factores derivados como el consumo, la tenencia de mascotas, etc., hace que o todo el mundo quiera o pueda acceder a ellos.

Patria según la RAE: «tierra natal a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos o afectivos». El verano de 2020 ha hecho emerger la vida de muchas personas que viven en situación de calle. La pandemia, la desaparición del turismo con calles menos transitadas, el cierre de los albergues de pandemia y el aumento de la crisis ha provocado que en las calles se note mucho más la presencia de personas sin hogar, la calle es su nueva patria.
Uno de los mayores problemas de la calle es salir de ella, Daniel tiene seis idiomas y ha recorrido medio mundo, es de San Diego y ahora solo piensa en volver a California donde tiene varios hijos… Pero le atrapó la calle en Barcelona; a él, a su elegancia y a su simpatía. Mantiene viva la esperanza aferrado a la fe en Dios. En su libro sobre la resiliencia, Luís Rojas Marcos concede un mayor grado de superación ante la adversidad a los creyentes.
La vida en la calle es igual de dura para todos. Algunos como Carlos, que ya lleva dos años sin techo, consiguen establecer pequeños vínculos de proximidad que permiten tener un lugar estable y la ayuda de los vecinos.
Thomas junto a uno de sus habituales compañeros que regentan alrededor de la parroquia de Sant Egidi, comunidad religiosa con una cátedra de años en el apoyo y la ayuda a los más necesitados. Al igual que Santa Anna, Sant Egidi es una de las comunidades sostén de los sin techo en la ciudad de Barcelona.
Existe una realidad paralela, un submundo de vidas que luchan diariamente por la supervivencia alrededor de la que existe toda una ingeniería de la caridad, de pequeños gestos, de aportaciones personales, de pequeñas asociaciones y comercios, de voluntarios anónimos y ONG, de agrupaciones religiosas de base, que hacen posible que las personas que están en la calle puedan al menos comer, asearse y cambiarse de ropa. En la imagen, Susan arrastra sus pertenencias por el barrio de la ribera de Barcelona.
Hay situaciones difíciles de comprender, Cristiano vive en las calles de Barcelona desde hace años, también su hermana con la que no mantiene buena relación… Tres días antes de esta foto sus padres se gastaron todo el dinero que tienen en un pasaje para venir desde Rumanía en plena pandemia a vivir con sus hijos en las calles de Barcelona, mientras espera poder cobrar la jubilación dentro de unos meses.
Datos para la reflexión: en una ciudad como Barcelona con 1,7 millones de habitantes, casi setecientos mil coches duermen en plazas de parking subterráneas mientras más de dos mil personas lo hacen en la calle.
Patria según la RAE: «tierra natal a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos o afectivos». Patria según Antonio:
un adosado (a la farola) en pleno Passeig de Gràcia de Barcelona.
Love in the streets. María y Negué, amor y esperanza.
Nuria es encantadora, mientras cena me dice que en la calle no se vive mal y que solo quiere un sitio para dormir por seguridad, un lugar donde pasar la noche. Me da a entender que hay alguna posibilidad, que algo puede cambiar. Desde aquel día no la he vuelto a ver, solo queda el resto de alguna de sus cosas, espero que haya encontrado al menos un lugar donde sentirse segura.
Las relaciones de vecindad generan fuertes vínculos unas veces de amistad, otras de enemistad o indiferencia, la mayoría de compañerismo y colaboración. Es el caso de Marcos y de Negué, uno de Galicia y otro de Mali.
Baba es alma, un ejemplo de altruismo, la cara del problema, la esperanza en el ser humano… Jubilado, sale cada día a hacer acopio de comida perecedera por las tiendas del barrio y luego hace su ruta de reparto entre la gente necesitada, unos sin techo y otros en situación precaria. Los que lo conocen lo esperan en la esquina de turno y él va repartiendo, cada día excepto los domingos… que cierran las tiendas.
El otro día una voluntaria me dijo «aquí cada uno lleva su mochila» y esa es la verdad… Cualquier historia de vida que se cuente es una más, tan magnífica, edificante o repudiable como sea… Lo único que importa de alguien que está en la calle es justamente eso, que está en la jodida calle sea quien sea y sea cual sea su historia. Lo único que cabe es saber que esto no se cambia con limosnas ni con empatía sino empezando a trabajar por una sociedad más justa para que nadie acabe teniendo que vivir en una caja.
John Mandela me trajo el recuerdo de Nelson Mandela y del poema Invictus que tanto le ayudó en sus años de cárcel. John, cómo Nelson, sufre una privación de derechos fundamentales y se encuentra en situación de exclusión social.
Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir por mi alma invicta.
En las azarosas garras de las circunstancias nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.
Hay factores individuales por los que una persona se ve abocada a una situación de calle. La discapacidad, las adicciones, no tener papeles, ser inmigrante y pobre, extutelado, etc., son factores que predisponen; pero el reparto desigual de las riquezas, la explotación laboral, el coste de la vivienda y la precarización cada vez mayor de la vida de la clase trabajadora están propiciando un tsunami de necesidades básicas de consecuencias dramáticas para muchas familias que viven de la ayuda social y de la caridad, el esfuerzo y el altruismo de múltiples organizaciones que puede acabar con muchas personas en situación de exclusión social. Mi proyecto pretende reflejar la lucha de unos por salir adelante y de otros por entregarse en la ayuda… En la imagen, Marcos y Vanessa en situación de calle.