Decenas de bolsas con desayuno dentro reposan sobre dos mesas en una de las entradas a la parroquia de Santa Anna de Barcelona a la espera de que vengan las primeras personas, que están fuera esperando, a cogerlas para tener alimento con el que curar el hambre. La parroquia de Santa Anna ya ofrecía este servicio antes de la pandemia, pero con el inicio de esta las bolsas se han multiplicado exponencialmente, ya que antes acudían solo personas sin hogar, y ahora lo hacen también personas que se han quedado sin trabajo, que están bajo un ERTE o que no llegan a final de mes. Ante esta gran demanda, el trabajo de las personas voluntarias es fundamental. La pandemia nos iguala a todos.