Barcelona, San V. de Montalt
25 Mayo 2020
Vulnerables II
En marzo de 2020 cuando se declaró el estado de alarma y el inolvidable confinamiento domiciliario, ochenta voluntarios de la ONG Proactiva Open Arms realizaron más de veinte mil test de coronavirus en centros vulnerables de Catalunya. Este reportaje recoge lo vivido en algunas de las residencias de ancianos visitadas por las unidades móviles. El pánico e incertidumbre vividos por residentes y trabajadores se ve claramente en cada retrato. Personas vulnerables, desde trabajadores, voluntarios y residentes, todos frente a un enemigo invisible.

Imagen casual… gesto real. Durante la realización del test de coronavirus, los residentes más vulnerables son los que sufren más está invasión desconocida. Empatía es la palabra que corresponde al ver el sufrimiento y las cuidadoras dan fe de ello.
Santi, bombero voluntario de Open Arms, trabaja en el cribaje junto con Berta, también voluntaria.
El trabajo de toma de muestras en residencias es imposible sin la ayuda de los trabajadores. Son ellos los que saben todo de cada persona. Son ellos su familia allí en su hogar. Tarea loable la que realizan todos los trabajadores y cuidadores de nuestros mayores.
Berta, voluntaria de Open Arms, realiza con mucho cariño el cribaje en toda la residencia. Esta anciana después de comer realizará su actividad lúdica para mantenerse activa.
Durante la primera ola de la pandemia los ancianos de las residencias recibieron el golpe más fuerte que dio el coronavirus. Las instituciones sufrieron muchas pérdidas y el clima de pánico y sosiego se percibe en los sobrevivientes. Cada sanitario o voluntario que llega con EPI puede ser portador de malas noticias. Iñaki, voluntario de la ONG OA, lleva en sus manos la prueba.
Esta es la perspectiva habitual que tienen los residentes cuando los trabajadores se acercan a ellos con los equipos de protección individual. En este caso, un voluntario de la ONG Open Arms realiza una PCR.
No todo es drama durante las visitas a residencias, existieron momentos de risa y alegría. No siempre las noticias eran malas. Muchas personas pudieron vencer el virus, muchas de ellas no lo contrajeron.
Momento de comer para una residente aislada.
El confinamiento de los ancianos en residencias, durante la primera ola de la pandemia, fue sin duda el más duro. Con el afán de protegerlos lo que recibían era soledad y distanciamiento. Los contactos con familiares solo traían voces e imágenes, pero los abrazos desaparecieron. Este teléfono móvil fue el tesoro más preciado de esta anciana durante el encierro.
María Branyas Morera (04/03/1907) 113 años. La anciana más longeva de España que ha superado el coronavirus. María recibió con mucho cariño a los voluntarios en su habitación. Experiencias y vivencias se compartieron durante unos minutos. Un diálogo sin edad y con mucha admiración.
El test de coronavirus para este residente ya estaba planificado. Minutos antes de que la unidad móvil llegase a la residencia había dejado de existir. Por control y cuidado del resto de residentes se les solicitó a los sanitarios que realicen el test. Con el mismo profesionalismo pero con el corazón en la mano, Iñaki, voluntario de la ONG OA, realiza el test a un exitus.
Agotados luego del cribaje. «Todo irá bien».
La misión de la Fundación Catalonia es atender de forma integral a personas con discapacidad intelectual a lo largo de su vida.
Una anciana recibe un baño y cambio de ropa. El vendaje que llevaba deja en ella sus huellas. Fragilidad absoluta.
Araceli, trabajadora de la Fundación Catalonia, se vio implicada de repente en un centro en el que no trabajaba habitualmente. Pero frente a las bajas por la pandemia debió cubrir un puesto imprescindible, el de coordinadora de zona. Su implicación amor y dedicación reflejaban una vida al servicio de los más necesitados. Las personas atendidas en este centro reciben claramente amor a lo largo de sus vidas.