Durante el confinamiento domiciliario, vecinos de un bloque de pisos de la calle Casp en el barrio del Eixample organizan cada viernes una fiesta comunitaria desde sus balcones. Minutos pasadas las 20 horas, y tras el fin de los aplausos al personal sanitario que hace frente al coronavirus, el grupo de vecinos sube la música, pone luces, se disfraza y contagia con esta atmósfera a los vecinos de casas aledañas.