Marita contempla con su familia la incineración del cuerpo de su madre, Juana Terrés, fallecida diecisiete días antes en una residencia de ancianos, en Sabadell. Las medidas de seguridad establecían un aforo limitado a los familiares más cercanos en funerarias, tanatorios y crematorios, mientras los plazos para enterrar e incinerar se alargaban a causa del estado de alarma decretado por el Gobierno central para tratar de controlar la expansión del nuevo coronavirus.