Día cuarenta y dos de confinamiento en Barcelona. 21:30 h de la noche, la playa de la Barceloneta está muy vacía. En estos días solo podíamos ver a la policía y algunos vagabundos por la zona. Al fondo, podemos ver el hotel Vela donde iluminaron un corazón que pudimos ver durante todo el confinamiento, para dar gracias a los sanitarios. El momento era muy tenso a pesar de no haber gente. Toda la situación me lleva a pensar en un hecho extraño: antes del confinamiento y pandemia acabábamos de declarar una emergencia climática y nosotros, como seres humanos, no hacíamos nada para cambiar este hecho; y ahora, un virus que ataca nuestros pulmones, detiene todo el mundo y la actividad humana normal. Entonces, necesitamos cambiar nuestras prácticas de consumo y la forma en que viajamos y nos movemos. La bicicleta es mi mensaje, la cámara es mi mensajero.