Fran es una persona sin hogar. El único lugar en el que se siente seguro para vivir es una pequeña furgoneta blanca abandonada a orillas del río Guadalquivir, en Sevilla. Las personas sin hogar sufren especialmente los días de confinamiento debido a la crisis de la COVID-19. Su hogar es la calle, donde no pueden estar, y los pequeños ingresos pidiendo limosna o vendiendo en los semáforos o parkings han desaparecido. Fran pasa todo el día sentado en su furgoneta mientras fuma cigarrillos de liar y espera la llegada de las ONG locales con algo de agua y comida. Incluso los baños y fuentes de agua públicos han sido cerrados por ser posible fuente de contagio. Sollozando entre lágrimas pide un lugar seguro donde estar y que la gente no se olvide de las personas sin hogar.