Confinadas en su pequeño piso en la ciudad española norteafricana de Melilla, Elena y su pequeña juegan a las cocinitas tratando de tener el menor contacto posible. La mamá tenía síntomas y tuvo que ser aislada de su marido y su hija, dentro de su propia casa y durante el confinamiento. Después de dos semanas sin verse, a pesar de estar confinados en la misma casa, ahora pueden jugar, aunque con mascarillas y con el menor contacto posible.